miércoles, 10 de enero de 2007

TRES TEXTOS DE GRACIELA BONNET

Graciela Bonnet



LAMENTACIONES

Lamentaciones, lloros, súplicas, intentos de suicidio, bla, bla.
Arrastramientos, pelos alborotados, lágrimas, etc, etc.
Reclamos, quejas, pordioses, gritos ahogados contra las almohadas
Epítetos exagerados y juramentos que incluyen las referencias temporales "nunca más" o "para siempre"
Y un abuso de signos de admiración que para qué.

Y todo va a parar a la papelera del alma.
Qué aburrimiento, qué fastidio, qué situación tan predecible.




EN CONVADONGA

En Covadonga hay una pequeña iglesia blanca con la puerta ojival, una miniatura de barro perdida en las cumbres de siniestras montañas de la Cordillera Central.
Las señoritas nostálgicas añoran una boda en Covadonga, con la capilla adornada de flores del campo, con un novio pintor que las espere en la puerta, vestido de levita gris.

Un trío de violines tocaría la marcha nupcial y los pocos invitados brindarían por la dicha eterna.

Inútil anhelo. El señor cura murió de cirrosis hepática hace muchos años y nadie piensa en enviar otro párroco a ese fin de mundo.



ME DESPIERTO Y SÉ QUE SOY UNA NIÑA MUERTA

Abro los ojos. El lugar es, como en otras ocasiones, un dormitorio a media claridad. Me paro de súbito porque algo me dice que debo buscar a madre de inmediato. Corro, como si reconociera la casa, hasta el salón de costuras. Nadie. Algunos cuadros sin enmarcar están puestos contra la pared. Largos vestidos azules y morados cuelgan de la estantería. Ella tampoco está aquí. Otra vez me posee la sensación de abandono y orfandad.

En algún otro momento, los sabios astrólogos de Mesopotamia buscaron el sentido de nuestras vidas en el cielo. El cielo sigue estando allí, indescifrable. Pero hay una conciencia presentida. Lo concreto y lo bizarro se confunden en una sola cosa, que es gris y que no tiene tiempo. Está inmersa en una multitud de voces y todas se constriñen, como en un armario estrecho, detrás de mis ojos, en la caja de la memoria.

Ayer es el futuro de muchos años atrás y mañana será el pasado de lo que no puedo conocer. Una urgencia que no entiendo me dice que despierte y palmotea frente a mi cara, me golpea las sienes hasta que por fin vuelvo a abrir los ojos y lo sé de pronto: En esta casa la única madre soy yo.

6 comentarios:

Israel Centeno dijo...

"Ayer es el futuro de muchos años atrás y mañana será el pasado de lo que no puedo conocer. "

Gandu, pudiera hablar sobre tus textos sin sentido, con cierta y determinante pérdida de objetividad; de eso se trata todo, la objetividad no existe, el orgullo sí, y me siento orgulloso de aquellos, los primeros textos y de estos: laboriosos, laborados; labores; la magia del tambor de bordados, como todo; me conmueve.

El lado oscuro que subsume no te roba; no, la magía.





No, no hay objetividad posible, eres la mejor poeta, la admirada.

Anónimo dijo...

No hay objetividad posible, estoy de acuerdo con el post anterior, pero si hay preceptiva, textos despojados de figuras retoricas afines al género. Un gran trabajo, esperamos el segundo libro de Bonnet.


CBL

(....) dijo...

El orgullo es un atributo objetivo.
Excelentes textos Graciela.

©Javier Miranda-Luque dijo...

el próximo 27 te quedrás atrapado en el ascensor

Anónimo dijo...

Recuerdo cómo lees tus textos, y ahora los leo yo, me convenzo que son buenos porque coinciden las impresiones, la dicha del descubrimiento en todos estos giros imperseptibles pero determinantes. Felicitaciones Gracielita.

Anónimo dijo...

Hola Gandu querida..te googliaba y apareciste 100 veces, infinita...siempre me encanto como escribes y siempre me quedo con hambre de leer mas....aunque en otro estilo me siguen gustando tus cuentos infantiles...
te quiero mucho
Nidia